Resulta significativa
la escasa presencia en el teatro español de las dos mujeres que mantuvieron el
debate definitivo sobre el voto femenino en España durante la República : Victoria Kent y Clara Campoamor.
En la Segunda República española, las mujeres podían
ser elegidas, pero no votar. En octubre de 1931, poco después de nacer la Segunda República
Española, se mantuvo un apasionante debate entre Clara Campoamor, del Partido
Radical, defensora de que las mujeres
votaran, y Victoria Kent, del Partido Radical Socialista, contraria a que las
mujeres votaran. Este debate ha pasado a la historia.
Victoria Kent, según sua palabras, recogidas en el diario de sesiones del
1 de octubre de 1931, basaba su postura en la “incapacidad femenina para votar
debido a que tradicionalmente se habían mostrado cercana a la iglesia y había
mantenido posturas más tradicionales”. Lo cual llevaría a que los partidos de
izquierdas perdieran votos.
Clara Campoamor defendió el sufragio universal, incluyendo a las mujeres.
Campoamor se preguntaba. “¿No recae sobre las mujeres toda la consecuencia de
la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida
y matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de
República, para demostrar su capacidad?”.
Tras el debate, se aprobó en el congreso el voto femenino en las mismas
condiciones que el masculino, a la edad de 23 años. Se estableció en la Constitución de 1931
en el artículo 36.
Este hecho revolucionario, ha tenido escaso reflejo en el teatro español.
Destacaremos tres obras que tratan de este importante asunto:
En Las Raíces Cortadas el
lazo dramático de ambas mujeres se consigue a través de una situación: la
aprobación del voto femenino que supuso un amplio y controvertido
debate. Más tarde les unirá el exilio, vivido de forma muy distinta. A
partir las vivencias de unos personajes históricos, Las Raíces Cortadas se
convierte en un texto que va más allá de la anécdota histórica. Presenta un
tema más profundo: los derechos de la mujer.
En 2017 Ediciones Irreverentes concede el
premio El
Espectáculo Teatral a otra obra dedicada a una de las mujeres de este
hecho histórico: La verdadera identidad de Madame Duval, de Antonio
Miguel Morales Montoro. Nadie conoce la verdadera identidad de Madame
Duval, una española refugiada en París inscrita en la lista negra de Franco y
buscada por la GESTAPO
y por el sanguinario policía español Pedro Urraca. Madame Duval logra
sobrevivir al asedio apoyada por unas amigas que construyen en torno a ella una
fortaleza que nadie puede derrumbar. Quien quiera conocer el verdadero nombre
de Madame Duval, tendrá que ser testigo de su peripecia vital, para no juzgarla
de antemano, como ha hecho la historia con la protagonista de esta obra, sin
duda una de las mujeres más relevantes de nuestra contemporaneidad. Su nombre
se nos irá revelando a través de los hechos que delimitan la acción, siendo
este enigma una de las bazas del planteamiento dramático.
Como hecho significativo del devenir histórico de la España del s.XX, ambas
mujeres acabarían en el exilio.
En una época en la que el debate sobre los derechos y libertades de la
mujer está más presente que nunca, resulta sorprendente que ninguna de estas
tres obras –en el momento de escribirse este artículo– esté en las carteleras
del país. La lectura de estas tres obras teatrales se muestra así básica para
conocer la postura de los más significativos representantes de las artes
escénicas en un debate que sucedió hace casi 90 años, pero cuyo resultado sigue
marcando nuestra época. Es una lectura recomendable sobre todo para las
generaciones más jóvenes, a quienes les sigue sorprendiendo que este debata
haya existido hace tan poco tiempo.