Se ha presentado hoy en
Madrid el ensayo Franquismo y
sociedad, de la abogada y escritora jerezana Aurelia María Romero Coloma, quien ganó con
esta obra el IV Premio Rara Avis de ensayo. El libro ha sido editado por
Ediciones Irreverentes.
Romero Coloma, que ha centrado su estudio
en la legislación franquista contra la mujer y la influencia de la Iglesia
Católica en el papel secundario que la dictadura franquista otorgó a la mujer,
comenzó diferenciando “El Franquismo era un régimen autoritario, no totalitario. Se
diferencia de los sistemas totalitarios, como el nazismo o el comunismo, que
esos sistemas tenían idearios, unas líneas filosóficas, equivocadas o no, pero
en España se gobernó, sobre todo en las dos primeras décadas de la dictadura,
por las creencias personales de Francisco Franco. Franco no era un ideólogo, era
un militar de arraigadas creencias católicas, y gobernó el país según sus
creencias personales. Y otra cosa que diferencia al comunismo o el nazismo del
franquismo, es que en Alemania y en la Unión Soviética había ideas que
propiciaban el cambio, se apoyaba la cultura –aunque fuera la cultura cercana al
ideario en el poder-, se potenció la industria, la economía, y en España no;
España se quedó detenida en el 1 de abril de 1939, y no hubo cambio alguno al
menos hasta 1958. Después, cuando el dictador iba flaqueando por la edad, entró
el Opus a legislar y cambio el país, pero sólo en el aspecto económico, porque
España siguió siendo un país gris y aburrido”.
En
Franquismo y
sociedad se presta especial atención al papel social, cultural y político de la mujer durante
el franquismo y a la influencia de la moral impuesta por la Iglesia
Católica. Comenzando por la situación de la mujer en la Segunda República
Española, se revisa la historia de una feroz represión, la ideología del régimen
franquista y su relación con distintos regímenes totalitarios, la Iglesia como
poder en el franquismo y su influencia en las relaciones amorosas y la
sexualidad, los cambios desde el Concilio Vaticano II y el desarrollo social y
económico de los años sesenta y setenta. La autora se basa en la legislación
civil y penal en el franquismo, las normas jurídicas del régimen, y su
influencia sobre la situación de la mujer durante la dictadura, con una revisión
del ideario de la Falange en relación con la educación de la mujer y el papel de
la Sección Femenina y sus actividades.
Para
Aurelia María Romero Coloma, “la feroz represión de la postguerra y el férreo
sistema educativo forjaron una ciudadanía pacata, timorata, muy conservadora,
hasta tal punto que incluso Franco y la Iglesia española tuvieron que aceptar
los cambios impuestos por el Concilio
Vaticano II, y una buena parte de los españoles los rechazaban. No
digo medidas como dar la misa cara al público y en español, porque los
ciudadanos no entendían el latín y se aburrían soberanamente en misa, pero sí
que se negaban en las nuevas formas, en la apertura a otras religiones… Un
ejemplo claro es el odio que Franco tenía a los judíos, y que muchos españoles
no aceptaron la cercanía al judaísmo, la comprensión, que emanaba del Concilio
Vaticano II”.
Especialmente
interesante es el apartado de la moral franquista. “Desde la Prensa y la Radio se insiste durante el
franquismo de forma obsesiva, en la recuperación de los valores de la mujer
española, equivocada por ideales extranjeros y degenerados. Su pone
en entredicho el baile agarrado y la exhibición del cuerpo femenino en las
playas. Cuando la mujer acude a un templo, debe hacerlo con el máximo recato,
vistiendo falta por debajo de las rodillas, medias, velo en la cabeza y mangas
largas. En la calle, puede llevar los antebrazos al aire, tal como exige la moda
del año, pero, para entrar en el templo, se ha de cubrir la desnudez con
manguitos de tela de quita y pon, ajustados con elástico. A los bailes, playas y
piscinas acudían parejas de la Guardia Civil , a vigilar el
cumplimiento de las severas normas relativas a la indumentaria. En algunas
playas se tendieron vallas de alambre para separar a los hombres de las mujeres,
y unos y otras sólo podían acercarse a las mismas a la hora de comer. Y esa
represión se debía al odio que Franco tenía hacia la
sexualidad.”
Aunque Romero Coloma remarca que esta
fue una obsesión que llega hasta la ligera apertura de finales de los 50 y
comienzos de los 60, “Significativa fue la aparición en las playas del llamado
Meyba, que era una especie de pantalón grande e informe, que fue popularizado
por Manuel Fraga Iribarne cuando
se bañó en las radiactivas aguas de Palomares, en los tiempos del ascenso del
Opus. Es posible que Franco alentara la fobia al sexo de los Prelados y del
clero en general para tenerles distraídos, evitando, de esta forma, que se
entrometieran en asuntos más conflictivos, si bien los Obispos, en honor a la
verdad, tampoco destacaron por sus desvelos sociales antes de la confrontación
bélica.”
Para la autora, durante el franquismo se volvió a identificar a la
mujer con Satanás, “La tradición eclesiástica que se remonta a los
tiempos de la
Contrarreforma reducía la Moral a la continencia sexual y a la
ocultación del cuerpo humano femenino, que era considerado el vehículo
predilecto del que el demonio, Satanás, se servía para lograr sus malévolos
fines. Los ancianos célibes que integraban el Episcopado habían observado, con
creciente preocupación e impotencia, que, durante los años de la República , las costumbres
se habían relajado ostensiblemente y que el rebaño de ovejas había tomado
caminos erróneos. Con el fin de la contienda bélica, en el año 1.939, el clero
pensó que había llegado el momento propicio para meter en cintura a las ovejas
descarriadas, imponiéndoles, a un tiempo, penitencias por los pecados cometidos.
De este modo, simple y, hasta cabría decir, elemental el sexo se constituye
durante aquella larga etapa franquista en el pilar fundamental de represión del
español de a pie, y comienzan las prohibiciones de todo tipo en materia de
sexualidad, prohibiciones que llegan a convertirse incluso en normas civiles y
penales.”
Por último, Romero
Coloma habló de la homosexualidad en el
franquismo “La homosexualidad fue duramente
perseguida a lo largo del Régimen franquista. Como ha expresado, con agudeza,
Rafael Torres, en tiempos de Franco no había maricones. Esto era cosa del
liberalismo marxista y republicano, felizmente vencido por las armas, y no del
Régimen que se desvivía por los valores de la raza, raza de hombres machos. Si
algún individuo daba muestras de sospechosa finura, o de afeminamiento en los
modos, se le pegaba una paliza y se le hacía ingerir una porción regular de
aceite de ricino. Esto se hacía para que el rebelde espabilase y aprendiera a
comportarse como un verdadero español.
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