Entrevista de Francisco Javier Illán
Vivas publicada originalmente en Vegamedia press
Pregunta.- Ocho novelas contemplan tu
actividad literaria en el campo del libro, pero la más reciente, Crimen en la
Torre de Montijo, es un salto de calidad hacia dar a conocer tu narrativa a
nivel nacional e internacional, gracias a Ediciones Irreverentes.
Respuesta.- Es un salto
cuantitativo y cualitativo. El escritor quiere que sus obras alcancen la mayor
difusión posible y por eso aprovecha cualquier circunstancia que contribuya a
la expansión de sus creaciones literarias. Ediciones Irreverentes, de Madrid,
ha confiado en mí y ha lanzado al mercado nacional e internacional
una novela que hace mucho tiempo tenía yo ilusión por sacar a la palestra.
P.- Durante ocho años consecutivos
fuiste publicando una novela. Después te tomaste no un año sabático, sino dos o
tres. ¿Influyó ese tiempo de reposo para decidirte para dar el salto a una
editorial con perspectiva nacional e internacional?
R.- Varias son las razones por las que
decidí permanecer en la sombra y no publicar en ese tiempo. Al ser ésta del escritor
una vocación, más que profesión, ralenticé la puesta en escena de mis escritos,
a pesar de que la cosecha seguía recolectándose anualmente. Guardé en los
cajones de mi despacho la producción a sabiendas de que, al ser fruta que no se
corrompe con el tiempo, le llegaría el momento oportuno de salir de su
ostracismo. Cuando tuve la ocasión de contactar con Miguel Ángel de Rus,
inquieto editor que conocí a través de ti, consideré que había llegado el
momento de publicar CRIMEN EN LA TORRE DE MONTIJO.
P.- Hablemos de Crimen en La Torre de
Montijo. Tengo entendido que está basado en una historia que te narró tu padre,
Agustín López Bernal, hace más de cincuenta años.
R.-La Torre de Montijo es un núcleo
residencial que siempre, desde muy niño, me atrajo. Incluso, me hubiera gustado
vivir en este, para mí, original paraje por la placidez y soledad de su
ubicación geográfica. Mi padre, colono y labriego, me llevó en numerosas
ocasiones a La Torre y, en los ratos de la siesta, en mitad de la jornada
laboral, me contaba historietas para pasar distraído y olvidarme de la calima
asfixiante del mediodía. Yo creía a pié juntillas los relatos paternos. Y ni
siquiera me detenía a pensar si aquellas narraciones nacían de sucesos reales
o, simplemente, eran producto de la imaginación de mi progenitor. Parte de
aquellas explicaciones han servido de base para la novela. No es una novela
histórica, sino costumbrista.
P.- Pero la acción de tu novela no la
sitúas en aquellos años, sino mucho después. Para que el lector se haga una
idea, ¿en qué tiempo histórico transcurre la narración?
R.-De ser cierto el crimen, hubo de
acontecer en tiempos inconcretos. Pero como La Torre de Montijo que yo conocí
era la de mediados del siglo XX, a esta época trasvasé el macabro suceso. Era
un tiempo en que la vida bullía con fuerza, la fuerza de aquellos labriegos
movía la tierra con legones y azadas que exigían un duro esfuerzo
muscular y que, acabada la peonada, se resarcían con la única posibilidad que
les brindaba el lugar: la taberna de “El Quemao”, donde yo mismo pude saborear
el arte culinario de sus dueños acompañando a los sudorosos agricultores que,
entre buenos cuartillos de vino comentaban, sin tapujes, los más dispares
sucesos del día. Lógicamente, hay añadidos imaginados para que la novela tomara
cuerpo y resultara más atractiva.
P.- En efecto, como dices, Torre de
Montijo es un lugar que aún existe, aunque languidece. Es un lugar al que no se
va por casualidad, sino que hay que ir a caso hecho, ya que el trazado de las
carreteras lo han dejado aislado. ¿Encontrará un visitante actual la Taberna
del Quemao, por citar un lugar emblemático de tu novela?
R.-Antes y después de sacar a la luz
pública los acontecimientos que relato en la novela, en numerosas ocasiones
gusté de visitar este lánguido paraje. He paseado, al ocaso, y lo sigo haciendo
cada vez que se me antoja rememorar aquellos años de mi niñez. Es una
delicia recorrer el complejo abigarrado de casas muy antiguas junto a otras
bien reformadas y que sus propietarios habitan en los días festivos y en
las largas temporadas estivales. De la taberna de “El Quemao” sólo queda
en pié la rústica fachada ante la que suelo permanecer, sentado enfrente, en el
restaurado horno de leña, para recordar las vicisitudes que plasmo en la
novela.
P.- El lector ya ha descubierto que
estamos en un ambiente rural, donde todos los vecinos se conocen (Florita, la
personaje femenino de la novela, llega a afirmar que todos en La Torre tienen
siete ojos), donde en unos doscientos metros podemos haber recorrido todo el
núcleo urbano. ¿Cómo puede ocurrir un crimen en un lugar como ese?
R.-Los núcleos escasamente poblados
facilitan la aparición de los sentimientos propios del ser humano. El contacto
diario y la sempiterna convivencia son caldo de cultivo para que afloren tanto
la amistad como la enemistad, la ayuda y comprensión como el afán de revancha,
la vida humilde junto a la vana ostentación… Y cuando varios mozos se
encaprichan de la chica más linda del contorno, con facilidad entran en juego
los celos, las disputas por conseguir el sí quiero de la muchacha hasta que va
tomando cuerpo la mala idea de aniquilar al que puede arrebatar presa tan
apetecible. El amor es hielo y fuego.
P.- Hemos hablado de un crimen, pero me
atrevo a desvelar que, durante la lectura de la novela, encontré dos crímenes.
Entiéndase, un crimen en el sentido que le hubiesen dado los vecinos a lo
acaecido a Florita (“es un crimen lo que te han hecho”) y un asesinato, la
aparición de un cadáver que agita hasta los cimientos la convivencia en La
Torre de Montijo.
R.-Estás en lo cierto. El crimen que
afecta a Florita es el primer eslabón de una cadena de desgracias que
termina con su vida tranquila, que la lleva por caminos de desorientación hasta
que la muchacha cambia por completo su escala de valores y acaba
enganchada a una vida muy distinta de la que soñaba llevar unos años antes. Hay
veces que las circunstancias que nos avienen transmutan nuestro
recto proceder. El asesinato de Antonio “El bigotes” es la consecuencia
ineludible de su falaz amor conyugal y de no saber llevar las riendas de un
capricho fugaz. Siempre hay alguien más poderoso y con menos conciencia que uno
mismo.
P.- Las nuevas generaciones están
acostumbrados a que los crímenes ocurran en Las Vegas, en Miami, en Nueva York…
pero nosotros somos de una generación donde los crímenes ocurrían en núcleos
poblacionales pequeños. En ese sentido cuando leí la novela me trajo recuerdos
de Cabot Cove (donde vivía la señora Fletcher, de Se ha escrito un crimen), o
St. Mary Mead (donde vivía la señorita Marple).
R.- La psicología humana no es
distinta ni anda atada a la toponimia. Los valores y contravalores de las
personas no están condicionados por el lugar donde nos desenvolvemos, sino por
la actitud que adoptamos en nuestro andar por el mundo, por la recta o
desviada inclinación con que afrontamos la realidad de vivir.
P.- Y esa cercanía te ha permitido
también, además de recrearte en el misterio del crimen, en desarrollar tu gusto
por contar aventuras del hacer cotidiano de la gente que te rodea, tanto de
Molina de Segura como de la huerta entre aquella y El Llano de Molina.
R.-Amén de la imaginación, condición
inherente a cualquier escritor, la realidad te va suministrando elementos
característicos con los que elaborar un relato. El novelista costumbrista se
ciñe a lo que ve, a lo que oye, a lo que le acompaña a lo largo de su
peregrinar. Mucho de lo que escribe puede ser atestiguado por sus lectores. El
éxito es más notorio cuando les deja que su sagacidad distinga lo
genuino de lo efímero, lo real de lo inventado. Este binomio
realidad-imaginación atrapa al lector.
P.- La novela se ha presentado en varios
lugares de la Región de Murcia, pero queda pendiente el gran evento, su
presentación en sociedad en Madrid. ¿Para cuándo podremos ver Crimen en La
Torre de Montijo en la planta de arriba del Café Comercial?
R.-Espero hacerlo pronto. Han surgido
una serie de problemas de salud que me han retenido en casa. Ya se sabe lo
lenta que es la sanidad. Aún tengo pendiente una intervención quirúrgica renal.
Tan pronto como me halle en condiciones hablaré con mi editor y nos
trasladaremos a Madrid. Lo estoy deseando.
P.: Eso sí es importante, te deseamos
una pronta recuperación. Permíteme pasar a preguntas más particulares, que
servirán para que los amantes de las hemerotecas descubran si tus gustos han
cambiado. ¿La buena literatura está hecha por gente desobediente?
R.-Los escritores somos, muy a
menudo, vulnerables a las influencias. Además, a pesar del continuo cambio al
que nos someten las circunstancias, creo que está casi todo inventado y, por
tanto, apenas podemos añadir algo original, pues vemos que, sorprendentemente,
cuando llega a los ojos algún libro desconocido, tiene cierto paralelismo
y analogía con lo que escribimos. Hay un sello personal en cada novela, y
en el lirismo, pero admitimos que las influencias de los grandes maestros
de la literatura son palpables, motivo por el que muchas veces se nos
cataloga en alguna de las diversas líneas estilísticas.La desobediencia es necesaria, aunque no
siempre la logramos. Otra cosa es el inconformismo. La vida nos exige la
rebelión, porque la pluma influye en la sociedad.
P.- ¿Tú crees, como dice la escritora
hindú Anuradha Roy, que escribir es al mismo tiempo un regalo y una opresión?
R.-Escribir es mucho más que un regalo.
El que no escribe, por los motivos que sean, gozará de otros regalos. Escribir
tampoco es una gesta heroica, sino el ejercicio, con mayor o menor acierto, y
el reconocimiento de la vox populi de un arte al que se llega tras muchos
años de preparación adquiriendo conocimientos, leyendo y con incalculable
esfuerzo mental. La lectura y la escritura son para los hombres libres. Los que
se sientan oprimidos tienen el escudo del pseudónimo o el anonimato.
P.- Y a continuación porque, en efecto y
como bien dices, te he oído defender muchas veces el placer de la escritura, no
me resisto a añadir la reflexión de Francisco Gijón, quien pone en boca de uno
de sus personajes: nadie que es feliz escribe, como tampoco nace el arte de
ningún ser pleno.
R.-El escritor no anda cogido de la mano
de la felicidad, que tiene sus propios caminos. Bien es cierto que se escribe,
normalmente, por gusto, por el placer de expresar y dejar constancia in
sempiternum de lo que se cuece en el cerebro y en el corazón, pero,
si se toma como una obligación, puede resultar hasta molesta. Escribe el que es
feliz y, también, el desgraciado. En la Historia de la Literatura podemos
contemplar ambas vertientes.
P.- Esta es pregunta es clásica, ya
debes conocer la respuesta, pero no sé si nuestros lectores la recuerdan- No
sólo de letras vive José María López Conesa. ¿Dónde podemos encontrarte en la
red? ¿Le dedicas mucho tiempo?
R.-Tras mi jubilación, al disponer de
mucho más tiempo libre, me he convertido en un asiduo de las redes sociales.
Esta dedicación me reporta cierto bienestar, estar en contacto con los amigos,
sean o no escritores, estar al tanto de lo que sucede…
Si quieres leer más, entrevista
publicada en http://vegamediapress.net/not/8892/jose-maria-lopez-conesa-el-amor-es-hielo-y-fuego-/
Toda la información sobre el libro en http://www.edicionesirreverentes.com/narrativa/Crimen_Torre_Montijo.html