Cloe
ha nacido para ser la manzana del árbol de la tentación.
¿Quién no mordería una fruta fresca, apetitosa y sobre todo
prohibida?
P.- ¿Cuándo comparan a la Cloe de tu novela con una
versión novedosa de la Lolita
de Nabokov, qué sientes?
R.- Me parece excesivo. Y un orgullo, claro. Lolita es un
claro referente del género y Cloe no ha pretendido ser un calco de ese éxito
editorial. Sin embargo, Cloe ha nacido para ser la manzana del árbol de la
tentación. ¿Quién no mordería una fruta fresca, apetitosa y sobre todo
prohibida? Eso lo va a tener que resolver el protagonista masculino de la
novela. Esta Cloe es, en cierto sentido, más universal -aunque se parezca a
Lolita en edad y atrevimiento.
P.- ¿La vida sexual alocada que muchos creemos ver en las
Baleares te ha influido a la hora de escribir esta novela?
No. Hay que puntualizar que, visto desde dentro, este
archipiélago tiene cuatro islas y cuatro formas de disfrute sexual (si se me
permite el atrevimiento). Formentera está en la memoria colectiva de una joven
Lucía que vive plenamente el sexo mientras recorre la isla en una motocicleta.
Ibiza es el desenfreno, la noche, la juerga y la incursión en los límites.
Mallorca es la eterna luna de miel. Y Menorca es, aunque no lo cito textualmente,
el lugar del sexo maduro y pausado, relajado, que intenta recuperar el
protagonista cuando se ve acorralado en un pueblo de provincias de la
península. Vamos, un escape, una reconciliación con un matrimonio que ha
perdido el fuelle, la pasión. Pero insisto, en ningún momento cito la isla de
Menorca pese a lo que se puede reconocer fácilmente en esta isla a la que
algunos de los protagonistas van en un momento de esta historia.
P.-¿Crees que Se traspasa va a ser leída como una novela
estrictamente erótica o que al mismo tiempo tiene algo de crónica de costumbres
de una época?
R.- Me gustaría que llegara al lector o a la lectora de
cualquiera de las maneras y que sea su criterio el que la clasifique. No puedo
obviar que tienen un claro contenido erótico. Pero la vida misma es así
también. Una sinopsis rápida podría definirla como la historia de un hombre de
mediana edad que ha de resolver un lío de faldas en el que cae sin remisión.
¿Acaso no es algo habitual? Incluso, ¿acaso no nos hemos planteado alguna vez
qué haríamos en una situación así, si nos pasara a nosotros?
P.- Trabajas en la Cadena SER de Baleares. ¿Hasta que punto el
trabajo periodística, las personas que conoces, puede haber influido en tu
obra?
R.-La radio es un palco preferente de lo que pasa en la
vida. Si la vida tiene colores, tengo el crisol frente a mí a diario. Lo cierto
es que no sé cómo no he escrito antes esta historia y otras muchas. A su debido
tiempo. Y sí. En el día a día veo, hablo, conozco, entrevisto a perfiles muy
diferentes. Eso me hace a la fuerza diplomático, tolerante, crítico y un
testigo de muchas historias que me facilitan crear historias como ésta. No he
buscado retratar a ningún perfil en concreto si no más bien novelar un tema
universal
P.- Si en tu vida real re dieran a elegir entre lo estable
y la locura de una chica que, como Cloe, casi podría ser tu hija. ¿Qué
preferirías?
R.-Voy a contestar que escogería lo estable por convicción.
Pero si lo viviera como Pedro, el protagonista del libro, ya te digo que lo
pasaría muy mal para decidir tan a la ligera. En una entrevista le preguntaron
a Quentin Tarantino por qué todas sus películas eran tan agresivas y él
contestó que el cine (la fantasía que creamos) nos permite hacer aquello que no
haríamos en la realidad. Pues eso.
P.- ¿Alguna vez has soñado con tener una tienda de ropa y
ser un Voyeur?
Soy nefasto a la hora de escoger mi vestuario. Por tanto,
respondo no a lo primero. Y respecto a lo voyeur me imagino en la media; no me
siento un depravado pero si la ocasión se tercia y surge, si nadie ha de salir
herido, nada malo veo en ser anónimo espectador de la belleza.
P.- El entorno un tanto agobiante del vendedor que se ve
envuelto en la vorágine de Cloe me recuerda a la vida provinciana del
protagonista de Ninette y un señor de Murcia. ¿Esa vida de lugar pequeño en el
que todo el mundo se conoce, incita al deseo de huir?
R.- En un lugar pequeño todo el mundo te conoce. Eso
condiciona. Sobre todo cuando entra por la puerta Cloe. Así que lo que
realmente incita a huir es el no saber cómo mirar a los ojos de una persona y
no saber qué decir o cómo decirlo. O sí saberlo, pero no atreverse. En
ocasiones, hay miradas que resultan difíciles de mantener. El peso de la culpa,
el miedo al rechazo, ponerse en evidencia, la fragilidad de sentirse desnudo
(aunque sea el alma),... Ahora multiplica esto por ese círculo de personas que
conforman el mundo de tu día a día. Claro, la huida es una opción clara.
Entrevista original http://www.noticiasirreverentes.com/entrevistas/Luis_Soler_Dauchy.html
Entrevista original http://www.noticiasirreverentes.com/entrevistas/Luis_Soler_Dauchy.html